El círculo infinito de la hipocresía y desconfianza

La novela, La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades, escrita por un autor anónimo, cuenta la vida de Lazarillo de Tormes, un muchacho joven que viaja por España al lado de varios amos. Con cada uno, Lazaro aprende a sobrevivir a las oscuras realidades de la vida. Como muchas obras del siglo XVI, Lazarillo de Tormes gira alrededor de un pícaro, un personaje (generalmente el principal), que tiene una vida llena de sufrimiento, pero usa los aprendizajes de sus maltratos para sobrevivir.  En sus aventuras, los pícaros descubren la hipocresía de la sociedad, promoviendo una actitud de desconfianza e ingenio. Lázaro, como protagonista de la obra, es un pícaro durante la novela. El personaje nace en el río de Tormes en Salamanca. A sus ocho años, meten preso a su padre, Tome González por ser ladrón, lo que hace que la madre de Lázaro, Antona Pérez, se mude con su hijo a la ciudad para, ¨arrimarse a los buenos¨ (Anónimo 73). Aquí, ella empieza a tener relaciones con un hombre negro llamado Zaide, con quien tiene otro hijo. Este hermano menor, que es negro al igual que su padre, se asusta al ver la piel oscura de donde se originó la suya. Lázaro reacciona diciendo a sí mismo,  ¨Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mismos ̈ (Anónimo 74). A Zaide también lo acusan de ser ladrón, y por su relación biracial con la madre de Lázaro, a Antona le “pusieron pena por justicia; sobre el acostumbrado centenario, que en casa del sobredicho Comendador no entrase ni al lastimado Zaide en la suya acogiese” (Anónimo 74). En su soledad, Antona encarga a su hijo mayor al primero de muchos amos que le enseñan a Lázaro a vivir en una sociedad injusta. Su primer amo, el ciego, junto a su siguiente, el clérigo, exponen por primera vez a Lázaro a la crueldad de la vida pero al igual, con gran falta de reflexión, modelan diferentes caras de la hipocresía que se contempla al inicio de la novela y promueven el mundo cruel en que viven.

La aventura de Lázaro como pícaro empieza con el mendigo ciego, quien le abre los ojos al individualismo egoísta de la sociedad en que viven. El mendigo recluta a Lázaro como guía. Cuando salen de Salamanca rumbo a Toledo, se encuentran con un toro de piedra al lado de un puente, y el ciego manda a Lázaro a que ponga su oído en el toro para escuchar un, “ruido magnificado.” (Anónimo 75). Lázaro confía demasiado en su amo, y lo hace. Aunque el ciego le prometió a Antona que lo trataría como un hijo, él rápidamente golpea la cabeza del joven contra la piedra y le dice, “Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo” (Anónimo 75). El ciego quiere que Lázaro tenga los ojos abiertos y sea vigilante a los individuos que tratan de aprovecharse de su falta de experiencia, o en el caso del ciego, de la vista. Gracias al mendigo, este es el momento en que Lázaro empieza a realmente ser pícaro. Luis Felipe explica que, ¨aquí el toro puede ser interpretado como un símbolo fálico, un signo de la entrada de Lázaro al golpe patriarcal de la vida y el existir brutalmente consciente, sobre todo para el que vive en la calle, despojado de todo, con nada, “ciego” por la existencia, pero con los oídos muy pegados a la rudeza del vivir¨ (12). 

Esta lección de parte del ciego sería noble si él no se aprovechará también de los demás, incluyendo a Lázaro. El mendigo gana su dinero dando oraciones inventadas, “para mujeres que no parían, para las que estaban de parto, para las que estaban malcasadas, para que sus maridos las quisiesen bien,” (Anónimo 75). Además, no le da a su mozo de comer. El hambre de Lázaro inspira a que él abra sus propios ojos, sea astuto, y use su vista como ventaja para robarle la comida a su amo. El comportamiento egoísta e hipócrita del ciego cataliza una relación y sociedad en donde todos desconfían de los demás con miedo de ser aprovechados, y por eso sacan ventaja de los demás. Sin embargo, la relación entre Lázaro y el ciego es ambigua. Aunque lo maltrata, el ciego cuida de Lázaro, y le enseña a madurar, abriéndole los ojos a los peligros de la vida. Bruce Wardropper reconoce que, “(Los personajes de Lazarillo de Tormes) lo hacen por engañar a los demás con fines innobles – las más de las veces por pecar, porque no tienen más remedio que pecar. Son hipócritas en su médula misma.” El padre de Lázaro es ladrón, su padrastro es ladrón, su amo ciego se roba el dinero de sus clientes dándoles oraciones falsas, y por como trata a Lázaro, el pícaro también tiene que aprender a ser ladrón para alimentarse, aunque solo algunos son condenados por sus delitos. El mendigo ciego es el primero en demostrarle a Lázaro lo malvada que es la vida, pero al igual también refleja la ambigüedad de la misma.

La privación de comida de Lázaro por parte del ciego lo inspiró a buscar venganza contra su amo. El pícaro se aprovecha de la falta de vista del ciego una última vez, provocando que se caiga y rompa la cabeza. Sin embargo, la experiencia que ganó con las oraciones falsas le sirve para juntarse con otro amo, un clérigo. En comparación a su amo anterior, quien daba oraciones sin ninguna autoridad religiosa, el clérigo sí la tiene, dando la impresión de que el sacerdote va a ser un amo más amable y noble que el mendigo. Al contrario, Lázaro explica que  ̈ escapé del trueno, pero y dí en el relámpago ̈ (Anónimo 78).  El clérigo esconde su comida más valiosa para que Lázaro no la pueda consumir, y solo le da para comer cuando hay un entierro en la iglesia. Esta decisión de parte del cura implanta en Lázaro la idea de que alguien tiene que morir para que él coma. Pierina Beckman considera que con la crueldad de su dos primeros amos, Lázaro, ¨aprendió que el cambio de un lugar a otro no siempre garantiza un mejoramiento¨ (48). Para ocultar la realidad de la cantidad de comida que realmente tienen, el sacerdote miente, ¨ Mira, mozo, los sacerdotes han de ser muy templados en su comer y beber, y por esto yo no me desmando como otros,¨ (Anónimo 79) dando la idea que él tampoco come mucho mientras Lázaro se muere de hambre. Así el clérigo es hipócrita y avaro al igual que el ciego. Él tiene comida para darle, pero la esconde en un arca cerrada con llave y finge ser sacerdote noble como si no la tuviera. El pícaro finalmente se deshace del trabajo con el clérigo, pero el abuso de un segundo amo refuerza la actitud que aprendió del ciego: que tiene que estar despierto para identificar individuos que se van a aprovechar de él, y que solo con el dolor de los demás va a vivir sano.  Lázaro después se junta con un tercer amo, pero Didier Jaen explica que, en este momento, ¨Lazarillo ha avanzado mucho en la escuela de la vida, aunque en una sola dirección: en su actitud defensiva y agresiva para con sus amos ̈ (131).

Del primer amo, el mendigo ciego, Lázaro aprende que tiene que tener los ojos abiertos al mundo malvado y que no se puede confiar. El ciego es hipócrita, sin embargo, como trata a Lázaro igual a como él advierte que no lo deben tratar. No le da de comer, lo que hace que Lázaro use sus aprendizajes en contra de su maestro, pero así Lázaro entra en un ciclo de mentiras y falsedad, contribuyendo al mismo mundo del que se está protegiendo. Después de deshacerse del ciego, Lázaro trata de trabajar para un clérigo, esperando que su nuevo amo sea más noble por su estatus religioso. Otra vez, Lázaro vuelve a caer en una relación en donde sale perjudicado por la avaricia de su amo.  Lo que hace que refuerce su aprendizaje de que la vida es cruel, y que otros tienen que sufrir para que él pueda sobrevivir. Pero al igual, cada una de estas experiencias contribuyen al desarrollo de Lázaro como pícaro, y cada uno de sus aprendizajes lo ayudan a sobrevivir.  La hipocresía aparece en cómo esta actitud promueve una sociedad en que todos tiene que aprovecharse de los demás para salir bien. Sin esta actitud, su necesidad sería obsoleta.

Bibliografia

Backman, Pierina E. ¨El valor literario del Lázaro de 1555.¨ Romance Languages and Literature, Series II, vol.153. University of North Texas Libraries, 2017. https://digital.library.unt.edu/ark:/67531/metadc948107/m2/1/high_res_d/Box1_El_valor_literario_del_Lazaro_de_1555.pdf

Jaén, Didier T. “La Ambigüedad Moral Del ‘Lazarillo De Tormes.’” PMLA, vol. 83, no. 1, 1968, pp. 130–134. JSTOR, www.jstor.org/stable/1261240. Accessed 1 Apr. 2021.

Milenio: Mil años de literatura española. Bárbara Mujica. NY: John Wiley & Sons, 2002.

Felipe Díaz, Luis ¨Análisis de la obra Lazarillo de Tormes.¨ Universidad de Puerto Rico. http://smjegupr.net/wp-content/uploads/2012/05/Lazarillo-de-Tormes-2.pdf

Wardropper, Bruce W. “El Trastorno De La Moral En El Lazarillo.” Nueva Revista De Filología Hispánica, vol. 15, no. 3/4, 1961, pp. 441–447. JSTOR, http://www.jstor.org/stable/40297541. Accessed 1 Apr. 2021.

La Muerte, el Amor, y la Sociedad

Coplas por la muerte de su padre, La Celestina, y Romance de Gerineldo y la Infanta, son tres obras de la Edad Media en la península Ibérica que ilustran diferentes representaciones de lo que es la muerte, a quién afecta, y qué la provoca. En Coplas por la muerte de su padre Jorge Manrique lamenta la muerte de su padre con un análisis de la vida y su viaje en dirección a la muerte. El poema exclama que la vida es temporal, pasa rápido como un río va hacia el mar, y que por ello deberíamos gozar el presente que se nos presenta. Para Manrique, la muerte no es un tema pesimista, es más, da justicia. Todos terminan en el mar de la muerte, no importa la vida que han llevado, o la clase social a la cual pertenecen. La Celestina, escrita por Fernando de Rojas, gira en torno al amor artificial de Melibea y Calisto que es fabricado por la Celestina. El drama termina en tragedia, con todos los personajes muriendo a causa de sus propias obsesiones tóxicas, como el amor, en el caso de Melibea. Romance de Gerineldo y la Infanta también se enfoca en un amor escandaloso. Gerineldo es el criado de la infanta, lo que hace que su relación sea prohibida. El poema detalla cómo una visita del muchacho casi termina en su muerte cuando el padre de su amada, y rey, los encuentra juntos en la cama. Las tres obras son similares en sus comentarios sobre las clases sociales, propugnando la idea de que al final de la vida, todos son iguales. La muerte también está muy vinculada al amor, pero las obras no están de acuerdo en cómo los amores causan y previenen la muerte, y el valor general del fin de la vida.  

Según Stephen Gilman, Coplas de la Muerte de su padre está dividido en tres partes, cada una detallando tres vidas, la eterna, la terrenal, y la de la fama. Gilman explica que al final, “cada una de las tres vidas tiene su encuentro con la muerte. Hay tres vidas que encuentran a otras tantas muertes, – pues en este poema la vida no se concibe aparte de la muerte” (307.) El hecho de que toda vida termina en muerte promueve la idea del autor que la vida da justicia y trata a todos como iguales. Manrique demuestra la igualdad de la muerte, dictando, “así que no hay cosa fuerte; / que a papas y emperadores / y prelados / así los trata la Muerte / como a los pobres pastores / de ganados” (35.) La obra compara la vida y la muerte a los ríos y el mar. Todos los ríos, como todas las vidas, son diferentes: “allí los ríos caudales / allí los otros, medianos / y más chicos;” (34) pero igual terminan en el mismo mar, al igual que todas las vidas tienen su fin fatal. 

Esta idea de que nadie puede escapar a las garras de la muerte también prevalece en La Celestina. Al principio del drama, Melibea rechaza a Calisto por su reputación y nivel social más bajo. Esto hace que él le pida a la Celestina, una alcahueta de mala fama, que le ayude a conquistar a Melibea. Cuando Celestina va a casa de Melibea con intenciones de hacer que se enamore de Calisto, la alcahueta le dice, “Tan presto, señora, se van el cordero como el carnero. Ninguno es tan viejo que no pueda vivir un año, ni tan mozo que hoy no pudiese morir. Así, que en esto poca ventaja nos lleváis…”(De Rojas, 44.) La señora le explica a la muchacha que no tiene ventaja ante la muerte, que cualquiera puede vivir o morir sin importar quién es. De hecho, al final del relato todos se encuentran fatalmente con la muerte, y ella los trata a todos como iguales, no importando sus hechos y responsabilidades en el drama.  

En el Romance, Gerineldo y la infanta se aman, desvalorizando la diferencia en sus estratos sociales. Al principio del poema, Gerineldo  está inseguro con los comentarios atrayentes de la infanta, y ella le responde, “No me burlo, Gerineldo, / que de veras te lo digo”(41.) Cuando el Rey contempla la posibilidad del asesinato de los jóvenes, él analiza sus relaciones con ellos. Aunque la infanta es su hija honrada destinada para el reino, y Gerineldo es solo un criado que trabaja para su familia, ante la muerte el rey los ve como iguales, decidiendo no matarlos. Cuando la Infanta ve la espada que había planteado su padre al tomar su decisión, ella le dice a Gerineldo, “-Levántate Gerineldo, / Levántate, dueño mío” (41.) Al decir, “dueño mío,” la Infanta cambia el título de Gerineldo quien, deja de ser solo un criado enfrente de su posible fin. Si no, es el que manda por su influencia romántica.

Esta relación pegajosa entre la muerte y el amor también se pone de manifiesto en las obras de esta época. La Celestina y Romance de Gerineldo y la Infanta se tratan de romances que determinan gran parte de las vidas de sus personajes y su posible fin. En La Celestina, el éxito de la señora en generar amor entre Melibea y Calisto causa su propia muerte, la de sus asesinos, la de Calisto, y la de Melibea, quien se suicida por ello. Cándido Ayllón argumenta que, “In the Tragicomedia, death is conceived as the result of conflict as it emerges intimately related to love.” En La Celestina el amor es lo que causa la muerte. El Romance relata el mismo trauma. La infanta también quiere suicidarse por el posible fallecimiento de su amado, pero tiene una conclusión distinta.  La infanta invita a Gerineldo a que venga a visitarla entre las horas de las doce y la una. José Luis Alonso Hernández resalta este detalle que, “es evidente que acarrea otro significado de tipo circular y constante que apunta al ciclo vital de muerte – las doce – y resurrección-prolongación a otro nivel, nueva vida” (292.) Esto indica que en este poema, el amor promueve y crea algo nuevo. Después de descubrirlos, el rey decide no matarlos por el amor que ha desarrollado por Gerineldo, y las consecuencias que su muerte tendría para la vida de su hija y su reinado. En El Romance, Gerinaldo y la infanta tienen un amor que demuestra una creación y salvamento de vida en vez de destrucción. Las dos obras tienen diferentes opiniones sobre cómo el amor puede causar o prevenir la muerte. 

Mientras las tres obras contribuyen con diferentes ideas de que es lo que causa la vida y cómo afecta a los demás, sus autores también comparten sus actitudes generales con respecto a lo que significa la muerte. En Coplas, Manrique usa la igualdad de la muerte para demostrar la belleza de la vida y su fin. Es más, le da una voz a la muerte, que escribe, “dejad el mundo engañoso / y su halago; / vuestro corazón de acero / muestre su esfuerzo famoso / en este trago” (38.) El uso de Manrique de la palabra “trago” hace sentir que la muerte es un ofrecimiento que se puede aceptar, una oportunidad para una nueva experiencia. Germán Orduna comenta que estas palabras, “nos presentan un sermón que es más confrontación ante un hecho emanado de la voluntad divina que castigo desdicha arbitraria.”   La Celestina y Romance de Gerineldo y la Infanta patrocina una muerte salvaje y malvada, hecha para causar tristeza y condenar delitos. En La Celestina, hay una constante preocupación por la muerte. Ayllón apunta que, “Impatient Calisto, in his first encounter with Sempronio, ironically mentions the “desastrada muerte” that awaits him” (161.) Al final de la obra, De Rojas usa la muerte de cada uno de sus personajes para demostrar un castigo a sus obsesiones tóxicas, como es el amor en el caso de Calisto y Melibea, y el dinero en el caso de la Celestina y los que la mataron. En el Romance, el rey decide no matar a los jóvenes por el miedo que le da el fin de la vida: “¡¿Mataré yo a Gerineldo, / a quien crié desde niño? / Pues si matare a la Infanta / mi reino queda perdido” (41.) Al igual que en La Celestina, el Rey puede usar la muerte como castigo, pero la tristeza que traería lo convence que debe mostrar misericordia. También hay que resaltar la rebeldía en contra de estas actitudes de parte de Melibea y la Infanta, quienes como Manrique no le tienen miedo a la muerte. Las dos muchachas ven terminar su vida como una opción, un “trago” que pueden tomar cuando quieren morir como iguales con sus amores.             Los tres trabajos literarios, Coplas por la muerte de su padre,La Celestina, y Romance de Gerineldo y la Infanta, dan interpretaciones distintas a lo que es la muerte y su relación con el amor y la estructura social. Coplas por la muerte de su padre introduce la idea que todas las vidas son iguales, terminando cotidianamente en su mar eterno. En La Celestina y El Romance de Gerineldo y la Infanta, la muestra también es justa a los individuos que afecta, decidiendo matarlos a todos o a ninguno, pero estos resultados también están muy relacionados a los romances que se establecieron durante el drama. La Celestina demuestra un amor cruel que conduce directo a la muerte, mientras ElRomance da una versión del amor que es innovador, no necesita manipulación para romper estructuras sociales, y por eso salva vidas.  

Bibliografia

Alonso Hernández, José Luis. “Análisis Psicocrítico Del ‘Romance De Gerineldo.’” Análisis Psicocrítico Del “Romance De Gerineldo”. JOSÉ LUIS ALONSO HERNÁNDEZ, Centro Virtual Cervantes, 1986, cvc.cervantes.es/literatura/aih/pdf/09/aih_09_1_027.pdf. 

Ayllón, Cándido. “Death in La Celestina.” Hispania, vol. 41, no. 2, 1958, pp. 160–164. JSTOR, http://www.jstor.org/stable/335442. Accessed 25 Feb. 2021.

De Rojas, Fernando. “La Celestina.” Milenio: Mil años De Literatura Española, by Barbara Mujica, John Wiley & Sons, New York, NY, 2002, pp. 43-52.

Gilman, Stephen. “Tres Retratos De La Muerte En Las Coplas De Jorge Manrique.” Nueva Revista De Filología Hispánica, vol. 13, no. 3/4, July 1959, pp. 305–324. JSTOR, https://www.jstor.org/stable/40297444. Accessed 10 March. 2021. 

Manrique, Jorge. “Coplas por la muerte de su padre.” Milenio: Mil años De Literatura Española, by Barbara Mujica, John Wiley & Sons, New York, NY, 2002, pp. 43-52.

Orduna, German. “Las ‘coplas’ de Jorge Manrique y el triunfo sobre la muerte: estructura e intencionalidad.” Romanische Forschungen, vol. 79, 1967, pp. 139–151. JSTOR, https://www.jstor.org/stable/27937325. Accessed 10 March. 2021.

“Romance de Gerineldo y la Infanta.” Milenio: Mil años De Literatura Española, by Barbara Mujica, John Wiley & Sons, New York, NY, 2002, pp. 43-52.

Blanco y Negro; Vida o Muerte

La Casa de Bernarda Alba, escrita por Federico Garcia Lorca, es una obra de teatro que el dramaturgo describe como un documental fotográfico, que analiza las costumbres de España antes de la guerra civil. En la época, se valora la pureza y el estatus social de las mujeres. La obra se enfoca en la vida y los acontecimientos de la casa donde viven la viuda Bernarda Alba y sus hijas. Cuando el marido de Bernarda muere, ella tiránicamente le impone a sus cinco hijas, Angustias, Magdalena, Amelia, Martirio, y Adela, ocho años de luto y aislamiento. Como Bernarda también está muy preocupada por la reputación de su familia, ella se esfuerza en restringir la libertad de sus hijas para que las chicas sean consideradas virtuosas. El drama entre las mujeres de la casa empieza cuando la mayor de las hermanas está a punto de casarse con un caballero llamado Pepe el Romano. La idea de la libertad que representa un marido, como Pepe, desestabiliza el ambiente de pureza que ha armado Bernarda en su hogar. En la obra, el escritor usa varias imágenes para darle más significado a los detalles del drama, y revelan más sobre los sentimientos y actitudes de los personajes. Uno de esos elementos principales es el color. Lorca usa el color blanco para demostrar la pureza y limpieza que impone Bernarda a sus hijas; en contraste, usa el negro para represenetar la represion y la muerte que sienten las mujeres que habitan con ella. Las hijas de Bernarda usan artículos de otros colores para demostrar su rebeldía y naturaleza sexual

Al principio de la pieza teatral, la descripción de la escena detalla una habitación en la casa de Bernarda Alba como “blanquísima” (335.) Las paredes níveas y limpias de la casa representan la pureza y virginidad que espera Bernarda de sus hijas, para protegerlas y mantener su estatus social. Después del duelo, Bernarda le pide a la criada que empiece a “blanquear el patio” (342.) Esto demuestra el empeño que tiene la matriarca en mantener su hogar estéril, lo que es importante para demostrar su estatus impecable. Sin embargo, los muros blancos, que reflejan las expectativas de la madre, son una cárcel para sus hijas. Las sábanas blancas que las hijas cosen durante la obra son un símbolo irónico de cómo ellas contribuyen a mantener su virginidad, si siguen las reglas de su madre. María Joséfa, la abuela de las muchachas les dice, “Nada de lo que tengo quiero que sea para vosotras… Porque ninguna de vosotras se va a casar” (347.) Aunque las hijas trabajan duro en bordar las sábanas para el matrimonio de Angustias, bajo el control tiránico de Bernarda, ese matrimonio nunca será de ellas. Al principio del último acto, la descripción teatral detalla las paredes están, “blancas ligeramente azuladas” (360.) Augustina Bastos Gonzalez explica que el blanco que aspira Bernarda, “sufre una evolución que concluye… a la, catástrofe, a la muerte,” como un color azulado es un tono que se acerca al negro.

El color negro representa la muerte y el sentimiento de represión y tristeza que sienten las hijas de Bernarda. Como Bernarda ordena ocho años de luto, toda la familia tiene que usar vestidos de este color oscuro para honrar la vida del marido muerto. El color negro no solo aparece en la ropa, sino también en otros artículos del hogar. Cuando Adela le da a su madre un abanico redondo con flores rojas y verdes, Bernarda le responde, “¿Es este el abanico que se da a una viuda? Dame uno negro y aprende a respetar el luto de tu padre” (340.)  Con el negro del luto Bernarda no solo respeta a su marido, sino que también priva a sus hijas de una vida viva. Aunque la casa es blanquísima,  Magdalena dice: “Prefiero llevar sacos al molino. Todo menos estar sentada días y días dentro de esta sala oscura” (340.) Las restricciones de Bernarda, mezcladas con la muerte de su marido han hecho un ambiente opaco, en que los sentimientos de tristeza y represión son representados por el color negro.

Las hijas de Bernarda se oponen a sus reglas usando colores fuera del blanco o del negro. Justo después de que empieza el luto, Adela se pone un vestido verde en vez del negro que le mandan a usar. Cuando sus hermanas la ven, ella le explica, “¡No quiero perder mi blancura en estas habitaciones: mañana me pondré mi vestido verde y me echaré a pasear por la calle! ¡Yo quiero salir!” (346.) Javier Salazar de Rincon de Universidad Nacional de Educación a Distancia argumenta que el color verde representa, “los  relacionados  con  la  eclosión  de  la naturaleza y con la sexualidad.” Vistiéndose de verde, Adela quiere representar demostrar su naturaleza y sexualidad ahora que es joven, y no quiere seguir estando encerrada vistiendo el negro, pero esto es inapropiado a los ojos de Bernarda. Esta actitud de libertad de expresión también puede ser representada con colores en general, como lo hace Angustias coloreando su rostro y echándose polvos en la cara. Durante la obra, las hermanas chismean sobre una muchacha que está tan infeliz con su novio que, “ahora ni polvos se echa en la cara” (343.) Adela maquillándose el rostro demuestra su esperanza  y su búsqueda de felicidad. Ella cree que la felicidad vendría con su matrimonio con Pepe, porque  saldría de esa casa oprimida. Sin embargo, Bernarda le ordena que se quite los polvos para respetar el luto, matando sus colores y aspiraciones. Estos colores, como el verde, es como las hijas de Bernarda se rebelan en contra de las ideas de pureza de su madre.

La obra de teatro, La Casa de Bernarda Alba es un documento fotográfico de las costumbres españolas de la época a través del relato de una viuda y sus hijas. Bernarda es una tirana, e impone un luto a su prole  a causa de la muerte de su marido y se empeña que sus hijas se mantengan vírgenes y puras. La esperanzas de Bernarda son arruinadas cuando una disputa  entre las hijas por la idea de un marido, y con eso la libertad. En la obra, los sentimientos y aspiraciones de las mujeres son representadas por colores. Bernarda quiere una casa pura. Por eso sus paredes son “blanquísimas”, porque el color blanco representa la pureza. El color negro se asocia a la muerte y la represion, dandole sentido a los vestidos negros del luto. Estos dos colores combinan para hacer unas paredes, “azuladas” en el último acto, cuando una de las hijas, Adela, muere al final de la obra. Las hijas también muestran su desacuerdo con las reglas de su madre con otro colores como el verde, que representa la naturaleza sexual y otros colores para expresar sus deseos de felicidad y libertad.     

Works Cited

Bastos Gonzalez, Agustina. “El Universo Lorquiano: la Construcción a partir del Recurso Simbólico.” Gramma, XXV, 53, 2014

Salazar Rincón, Javier. (2006). Tema y símbolo en La casa de Bernarda Alba. PIRINEOS. Consejería de Educación, Embajada de España en Andorra. 2. 13-17.

San Manuel, ¿Es Realmente Bueno?

El cuento San Manuel Bueno, mártir, escrito por Miguel de Unamuno, relata a través de los ojos de Ángela Carballido la vida de su padre espiritual Don Manuel, el cura de Valverde de Lucerna. El cuento empieza con Ángela nombrando varios actos que Don Manuel ha hecho, que lo hacen digno de ser santo. Según ella, Don Manuel es un hombre que dedica su vida a servir a su pueblo como sacerdote, y con mucho éxito, pero con una gran tristeza.  El cuento después revela que esta tristeza es causada por la falta de fe que tiene Don Manuel, y lo desenmascara como ateo. Aunque es un sacerdote ateo, lo que podría disminuir su ética, la falta de fe de Don Manuel lo hace más influyente que los sacerdotes “convencionales.” Las creencias del cura hacen que su objetivo sea completamente diferente al de los demás sacerdotes. Él se enfoca en cuidar a sus parroquianos mientras están vivos. Con esta falta de fe, él puede identificarse con otras personas menos religiosas, e incluso un ateo, para llegar a esa meta. Por ejemplo, como lo hace con el hermano de Ángela, Lázaro, quien es otro ateo, al que Don Manuel convence de servir con él.  El resto de Valverde de Lucerna no se entera del secreto de Don Manuel, y por lo tanto, esto nunca cambia la relación del pueblo con la fe.

La actitud de Don Manuel es enfocarse en mejorar la vida de los habitantes de su pueblo, en vez de buscar la salvación del alma. Un caso que demuestra este carácter es cuando el juez le pide a Don Manuel que consiga que un delincuente confiese un crimen, pero como el bandido podría morir, él se niega. Le responde al juez, “No señor juez, no; yo no saco a nadie una verdad que le lleve acaso a la muerte. Allá entre él y Dios… La justicia humana no me concierne.”  Como Don Manuel no cree en la vida eterna, él no se atreve a condenar a ninguna persona con la muerte. En general, él se asegura de que su pueblo sea feliz antes de su defunción porque, por su falta de fe,  no está seguro de que haya vida después de la vida. Ángela explica en su relato que los que están a punto de morir, siempre se empeñan en ser acompañados por el sacerdote. Don Manuel se asegura de que en sus últimos momentos de vida, estén acompañados por él para hacerlos sentirse en paz. Cuando Lazaro le pregunta al sacerdote por qué finge así, y él le explica, “Yo estoy para hacer vivir a las almas de mis feligreses, para hacerles felices, para hacerles que se sueñen inmortales y no para matarles.” Con esta forma de ser, Don Manuel construye una sociedad en la que las personas no quieren decepcionarlo, y siguen los mandamientos de la iglesia. Ángela cuenta cómo la gente del pueblo nunca, “se atrevía a mentir ante él, y todos, sin tener que ir al confesionario, se lo confesaban.” Aunque este no sea el objetivo final del cura, él hace que sus parroquianos cumplan con las leyes de Dios. Su meta al final es mantener la felicidad de sus feligreses mientras están vivos.

La actitud de Don Manuel le permite llegar a los corazones de personas alejadas de la iglesia. Tan alejados, que son ateos, como Lázaro. Inicialmente, el hermano de Ángela quiere desconectar a su familia de Don Manuel y la iglesia. Sin embargo, su madre se niega y se enferma antes de que él llegue a su meta de mudarla a Madrid. La enfermedad es fatal, y en sus últimos respiros, Don Manuel le pide a Lázaro que rece por ella para que su mamá se sienta en paz, y asegurar su felicidad en esa etapa final. Aunque Lázaro es ateo, él termina rezando y prometiendo a su mamá que lo seguirá haciendo, solo para asegurar esa paz. Esta promesa lo lleva a que él se convierta a la religión, aunque no está convencido. Después de su comunión, Ángela exclama, “qué alegría nos has dado a todos, a todos, a todos, a todo el pueblo,” y Don Manuel le dice a Lázaro, “¿Viste?… ¡Qué alegría nos has dado a todos!” Por supuesto, en algún momento, Don Manuel le revela a Lázaro que es ateo, pero solo para seguir convénciendolo de que tiene que servir al pueblo con la religión, para generar felicidad. Como ateo, Don Manuel se puede relacionar muy bien con gente con varias creencias, y los puede atraer a la iglesia. El puede demostrar que la religión es capaz de generar paz y moralidad aunque no se crea en toda su doctrina.

Todas las acciones públicas de Don Manuel no muestran su falta de fe, tanto es así que lo creen santo. Ángela asegura su santidad explicando que, “Su vida era arreglar matrimonios desavenidos, reducir a sus padres hijos indómitos o reducir los padres a sus hijos, y sobre todo consolar a los amargados y atediados y ayudar a todos a bien morir.” Consigue cosas extraordinarias como hacer que un hombre reconozca como suyo a un niño y se case con la mamá del infante. El secreto está tan bien guardado que el mismo escritor, Miguel de Unamuno, piensa que, “Ni les habría creído.” Por eso, el detalle de que Don Manuel no cree, realmente no tiene un efecto negativo en el pueblo y su relación con la iglesia y la fe. Es más, tiene un efecto positivo porque consigue que la gente sea mejor y se acerque a la iglesia.

Don Manuel igual arma una sociedad feliz y creyente aunque él no crea. Es más, él se enfoca más en la prosperidad de la vida presente, y no tanto en la vida eterna; y al hacer esto, consigue que el pueblo siga los mandamientos de Dios con solo enfocarse en que sean felices mientras están vivos. Sus creencias particulares hacen que él pueda relacionarse y acercar a gente lejana a la iglesia, a que la abracen aunque no estén totalmente convencidos. Aunque el secreto hubiese salido a la luz pública, no lo habrían creído. Es más, todas sus acciones hacen creer lo contrario, el pueblo lo ve como un santo. Por eso, es más influyente que un sacerdote “convencional”. Y se puede afirmar que es bueno.